They say, "love is in the air".
Nowadays with all the fuss of the social media, I hear –read– that phrase, rain or shine, among lovebirds around the globe when making public their current relationship status or complementing a picture of what usually the feminine counterpart believes qualifies as the ultimate romantic representation.
Nowadays with all the fuss of the social media, I hear –read– that phrase, rain or shine, among lovebirds around the globe when making public their current relationship status or complementing a picture of what usually the feminine counterpart believes qualifies as the ultimate romantic representation.
Not being in love at the moment makes me a little
insensitive towards those loving manifestations, not because I don’t believe in
love, -I’m a Pisces for Christ sake; I’m the marshmallow of the freaking
zodiac- but because it is difficult for human beings to truly relate to
something as intangible as the feelings of others. Empathy and compassion
are two rare feelings among our kind. To actually relate to someone’s feelings
to the point they become your own is even less common when you don’t share
the same feeling at the moment.
I don’t have a boyfriend since what can easily be 2
years now. It has been, all in all, a wonderful time: I’ve gained many valuable
friends, -my ex-boyfriend included- I’ve learned to actually be alone with my
thoughts, I’ve developed communication skills that allow me to face soirées on my own, I’ve shared more time
with my family and I’ve enjoyed going to the movies all by myself (it’s a good
thing according to my standards, I swear) and well, we all know it doesn’t
really get any better than that.
On the other side of the story, I’ve missed having someone to call and fill in with irrelevant details of my day (my girl friends are already pink coping with this need); I’ve missed a permanent dancing companion for that particularly popular song of the moment (it seems like everyone has pre-arranged contracts securing a partner for those songs, except, of course, me); I’ve missed shared Sundays afternoon, hangover or not, staying at home (no talking required) or going for an ice cream or to the beach (not much talking required either); I’ve missed not having to take care of the wine and the music that accompany the dishes I cook and I’ve missed having someone who thinks I’m the fairest of them all and not because I am his only daughter or is an enchanted mirror.
These words are written, if you haven’t noticed already, as a celebration of love. That love that conquers all: distance, differences in opinion, snoring, unpunctuality, in-laws and dogs peeing over precious furnishings.
The kind of love that has endured 25 years of marriage -plus 8 of dating-.
Cheers! to my parents.
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Dicen que, "el amor está en el aire".
Hoy en día con todo el jaleo de las redes sociales, oigo -leo- esa frase, llueva o relampaguee, entre los tórtolos alrededor del mundo al hacer pública su situación sentimental actual o al complementar una foto de lo que usualmente la contraparte femenina piensa que califica como la máxima representación romántica.
Hoy en día con todo el jaleo de las redes sociales, oigo -leo- esa frase, llueva o relampaguee, entre los tórtolos alrededor del mundo al hacer pública su situación sentimental actual o al complementar una foto de lo que usualmente la contraparte femenina piensa que califica como la máxima representación romántica.
No estar enamorada en el momento me vuelve un poco insensible hacia esas manifestaciones amorosas, no porque no crea en el amor, -soy Piscis por amor a Dios; soy el marshmallow del bendito zodiaco- sino porque es difícil para los seres humanos relacionarse verdaderamente con algo tan intangible como los sentimientos de los otros. La empatía y la compasión son dos sentimientos raros entre nuestra especie. Llegar a relacionarse con los sentimientos de otra persona al punto que se conviertan en propios es aún menos común cuando no se comparte el mismo sentimiento en el momento.
No tengo novio desde lo que podrían ser fácilmente 2 años. Ha sido, dentro de todo un tiempo maravilloso: he ganado varios preciados amigos, -incluido mi ex novio- he aprendido a estar realmente sola con mis pensamientos, he desarrollado habilidades comunicativas que me permiten afrontar veladas por mi cuenta, he compartido más tiempo con mi familia y he disfrutado de ir al cine sola (de acuerdo a mis estándares es algo bueno, lo juro) y bueno, todos sabemos que la cosa no se torna mejor que eso.
En la otra cara de la moneda, he extrañado tener a alguien a quien llamar y poner al tanto de los detalles irrelevantes de mi día (mis amigas ya están rosadas de sobrellevar esta necesidad); he extrañado tener un acompañante de baile para esa canción particularmente famosa del momento (pareciera que todos tuvieran un contrato preestablecido asegurando un parejo para esas canciones, excepto, por supuesto, yo); he extrañado las tardes de domingos compartidas, con resaca o no, quedándose en casa (hablar no es requerido) o yendo por un helado o a la playa (tampoco se requiere hablar mucho); he extrañado no tenerme que encargar del vino y de la música que acompaña los platos que cocino y he extrañado tener a alguien que piense que soy la más bella de todas y no porque soy su única hija o es un espejo encantado.
Esta palabras están escritas, si es que no lo has notado aún, como una celebración del amor. Ese amor que todo lo puede: distancia, diferencias en opinión, ronquidos, impuntualidad, familia política y perros orinarse sobre preciados muebles.
El tipo de amor que ha soportado 25 años de matrimonio -más 8 de noviazgo-.
¡Salud! por mis padres.